La esencia de la palabra


Anónimo hindú

Un padre deseaba para sus dos hijos la mejor formación mística posible. Por ese motivo, los envió a adiestrarse espiritualmente con un reputado maestro de la filosofía vedanta.

Después de un año, los hijos regresaron al hogar paterno. El padre preguntó a uno de ellos sobre el Brahmán, y el hijo se extendió sobre la Deidad haciendo todo tipo de ilustradas referencias a las escrituras, textos filosóficos y enseñanzas metafísicas. Después, el padre preguntó sobre el Brahmán al otro hijo, y éste se limitó a guardar silencio.

Entonces el padre, dirigiéndose a este último, declaró:
-Hijo, tú sí que sabes realmente lo que es el Brahmán.

FIN

Últimamente me cuesta “darme en palabras”. Siento que éstas me atan, me limitan cada vez que intento hacerme entender, más aún cuando me entienden, y me adentro en el silencio como el último refugio de mi libertad.

No huyo del encuentro, ni me escondo. Quiero descubrirme y descubrir, pero siento que para eso es necesario sentir y escuchar todo… sentirme y escucharme todo…

Sólo así mi lenguaje expresará mi mundo interior y puede que entonces realice aquello que dice Manuel Lozano Garrido:

“Abre pasmosamente tus ojos a lo que veas y deja que se te llene de savia y de frescura el cuenco de las manos, para que los otros puedan tocar ese milagro de la vida palpitante cuando te lean”.

De llegar a ello escogería, como él, la palabra escrita… por el camino que hay que recorrer para llegar a ellas y por el silencio que provocan.