Predecible

Si bajas por la Calle Estafeta del casco antiguo de Pamplona y a mitad de camino, aproximadamente, desciendes por la calle de Javier hacia Dormitalería. Justo antes del cruce con la Calle San Agustín puedes descubrir, como hice yo, el Bar Leiho. Es pequeño, sencillo. Tiene cierto aire antiguo, acogedor. La música es agradable. Las tartas y pasteles caseros tras el pequeño mostrador y el olor a canela te cautivan nada más entrar. Me gusta.
 
No he ido muchas veces. El hecho es que ayer fui y me llamó la atención el pequeño saludo ritual: “buenos días. Buenos días, ¿lo de siempre?... Sí, gracias”. Y como no podía ser de otra manera, me puso un café con leche caliente y un pequeño pastelito de manzana.

No cogí el periódico que suelo ojear a toda prisa si hay alguno libre, pues mi paso por allí suele ser breve, intenso pero breve.

Me dediqué a estar, sin más. Y perdido en algún pensamiento me vino a la memoria algo que alguien, no recuerdo ahora quién, me dijo hace poco: “me fastidia ser tan predecible”.

Supongo que mi cerebro escogió ese pensamiento porque aun estaba sorprendido de haber sido tan predecible segundos antes. Solo que a mí no me molesta, en absoluto, ser tan predecible. Más bien, me encanta.

Me gusta pensar que mi mujer sepa de antemano que si surge un conflicto, sea el que sea, cederé. Porque me cuesta menos hacerlo y la amo casi tanto como ella a mi. Me gusta que mis hijos sepan que aunque se les ha regañado no habrá menos ternura y amor en el beso y el abrazo de buenas noches. Tampoco faltará el cuento de los tres cerditos y el lobo.

Se anticipan a tantas cosas de mi…
Me encantaba intentar no ser predecible ante mi padre… pero no era posible, me tenía muy “calao”.
Me gustaba hacer bromas, pero ahora no lo consigo. Me las hacen a mí.Hasta en la más íntimo me gusta orar con el salmo 139:

“Señor , tú me escrutas y conoces;
sabes cuándo me siento y cuándo me levanto,
mi pensamiento calas desde lejos;
esté yo en camino o acostado, tú lo adviertes,
familiares te son todas mis sendas.
Que no está aún en mi lengua la palabra, y ya tú,
Señor , la conoces entera”

 
Puede que algún día llegue a ser predecible hasta en este blog. No lo sé. Es cuestión de tiempo…