Montes como olas


Hoy me he levantado y a través de la cristalera del salón me he quedado, durante un instante, inmerso en la belleza de los montes que custodian el Valle de Egües, aunque lo que mi corazón esperaba realmente era encontrarse frente al mar y reclinar la mirada en el frescor del horizonte azul con olor a sal.

La olas. La espuma de las olas. El canto de las olas. El sol brillando en el borde plateado de las olas...

El mar siempre me ha parecido una hermosa metáfora que me habla de mi vida… de cualquier vida. Creo que todos tenemos un fondo ancho e inmenso de extraordinaria belleza.

No nos dicen como sumergirnos. No nos dan mapa, ni brújula, ni nos enseñan a nadar… aunque no importa. El fondo está ahí, es fácil intuirlo.

No nos enseñan a pararnos, a guardar silencio para escuchar y escucharnos… aunque no importa. El fondo está ahí, es fácil presentirlo.

Sumérgete en mi fondo si lo deseas y dime que lo que veo es cierto, porque no termino de creérmelo.

Sumérgete en tu fondo si lo deseas y dime que lo que veo es cierto, porque no terminas de creértelo.

Por cierto, es el mismo mar: el tuyo, el mío, el de todos… Solo cambia la forma de verlo, de experimentarlo, de vivirlo, de expresarlo.

Somos ya lo que estamos llamados a ser. Somos el árbol en la semilla, la mariposa en el gusano, el mar en la ola…

Gracias por dejarme hablarte de mi belleza sin pudor alguno… la expresión de tu belleza que eres tú, aunque no te conozca, me ha animado a ello.

Han sido hoy los montes quienes me han dejado soñarte y soñarme…

…montes como olas.