Cada día es una ardua conquista


Una vez más ha sido la poesía: ese espacio “subjetivo”, sospechoso de no ayudarnos a ver las cosas tal cual son según los entendidos de la realidad, los defensores de “poner los pies en la tierra”, los inquisidores de la razón, los que no sueñan porque creen que los sueños son opio que adormece la voluntad… la que ha roto sin remilgos el fino cristal de indiferencia que a veces me envuelve y me ha penetrado sacudiéndome y despojándome de la pereza de ser persona consciente y libre.

La poesía: esa que, en realidad, nos ayuda a echar raízes en nuestra tierra, y en la de todos, no permitiendo que nos tambaleemos y caigamos por cualquier contratiempo. Ella da palabra a nuestra realidad más nuestra. Palabras que nos permiten soñar… (admito que en el fondo de mi ser recelo de la palabra soñar porque me educaron para sospechar de toda “evasión”).

 ¡Pero si los sueños son todo lo contrario!...  Más aún, me atrevería a decir, a afirmar, que quien no se permite soñar es porque tiene miedo a pensar que las cosas pueden cambiar y a comprometerse con el cambio.

Como digo… (leer más)