Mi padre y yo hace 38 años |
El
tiempo pasa fugaz, ajeno a mis deseos. Se me escapa como arena de playa entre
los dedos igual que en un reloj de arena; y conforme pasa de largo se va
acuñando en mi conciencia la idea de que no es el tiempo quien pasa, sino yo. Y lo que era intuición ahora es certeza: nada es
mío. Me iré tal como vine, desnudo de todo aquello que no soy yo.
¿Quién soy pues?...
Soy lo que he vivido. Es lo único que me pertenece.
La vida, no obstante, se me presenta como proyecto, como un hermoso reto que no deja de interpelarme, así que también soy aspiración, deseo, responsabilidad y esperanza. Pero pertenecer, solo me pertenece lo que he vivido. En este sentido, mi padre me dejó un legado enjuto de tener e inmenso de ser.
La vida, no obstante, se me presenta como proyecto, como un hermoso reto que no deja de interpelarme, así que también soy aspiración, deseo, responsabilidad y esperanza. Pero pertenecer, solo me pertenece lo que he vivido. En este sentido, mi padre me dejó un legado enjuto de tener e inmenso de ser.
Hoy cumplo 44, y al soplar las velas de la tarta
pediré mi deseo… ya sé que los deseos no se dicen en voz alta pero lo haré de
todos modos: “quiero ser como mi papa”. Si, hace tiempo que dejé de ser un
niño… pero es que mi deseo, a pesar del paso de los años, sigue siendo el mismo.