Epístola


Hace tiempo comencé a rescatar de los libros aquellos versos y poemas que de una u otra manera me tocaron en algún momento de mi vida. Y un día, sin saber bien por qué, empecé a entrelazar algunos de ellos formando poco a poco una especie de carta. Por esa época coincidió que viví uno de los momentos más difíciles de mi vida y alguien me apoyó, respetó y creyó en mí como nadie lo había hecho. Hoy comparto la vida con esa persona que me ha dado dos hijos maravillosos. Y aquella carta se terminó convirtiendo en un canto al amor... a lo que intuyo, aspiro e intento vivir como amor. También quiere ser un profundo acto de agradecimiento a la persona que despierta a mi lado cada mañana... mi vida, mi norte, mi todo.

Como ya te he dicho, la mayoría de esta carta no es mía, es un tapiz compuesto de retazos. Puede que incluso se noten los remiendos, aunque lo que realmente espero que percibas son los latidos de mi corazón que quiere acompasar su ritmo al tuyo. No pretendo un momento de intimidad contigo, sin más. Lo que intento es desearte que encuentres un amor así... y si ya lo has encontrado díselo de todas las formas posibles aunque ya lo sepa... y si el amor que vives es mayor que el que expreso, dile a los demás que existe y que merece la pena vivir desde ahí.

Terminé la redacción final de esta carta unos dos años después de casarme. Lo que quiero decir es que tardé unos cinco años en redactarla. No por la ardua tarea de escribir sino porque lo hice poco a poco, sin demasiada prisa, ya que no siempre es fácil dar forma a los propios sentimientos aunque sea con palabras de otro. Mereció la pena... ya hablaremos en otro momento de eso.
La carta empieza con un poema de Angélica Beker:

Fondo claro.
Agua límpida que refleja
con diáfana precisión el sosiego
de tus profundas raíces de ser,
parda roca segura.

Mas algo ensombrece tu vida,
algo pasa cual niebla
de incierta tristeza,
de noche voluntaria y sin fondo,
de dudas habidas
por tu alta sien solitaria,
y piensas:
"¡Quién pudiera ser fuerte!"

¡Quién pudiera ser fuerte
en lo oscuro,
penetrar con el iris abierto
y recto y sin parpadeos
en esa turbia noche profusa,
descifrar la mañana!

"¡Quién pudiera ser fuerte!"
Y te yergues, alto fuerte,
inmensa roca humana que palpita
viviente en la noche
sin piedad y sin dicha,
donde habitas al fin, alto, fuerte.


... he querido empezar con este poema de Angélica Beker que titula "El amigo" por como ha sabido dar palabra a lo último que hemos vivido. Tú bien sabes de lo que hablo... de lo difícil que nos resulta, a veces, ser fuertes.

Cuando lo leí pensé, por un momento, que eras tú quien me hablabas deseándome el mismo final. Hoy sabemos que fue así. Y cuánto te agradezco que hubieras estado ahí, como siempre has estado.

Parece que fue ayer y ya no encuentro ni la cicatriz. Aunque, ahora que lo pienso, no se si es tanto el tiempo que ha pasado o simplemente lo percibo de otra manera al estar acercándome a esa edad en la que se quiere, por encima de todo ser feliz, cada día. Y más que júbilo se prefiere la callada alegría y a la pasión que mata, la renuncia que hiere. Vivir entre las cosas, mientras que el tiempo pasa -cada vez menos tiempo para las mismas cosas- y elegir las que valen una vida: las rosas y los libros de versos, y la casa...

Hasta ahora he vivido en el mañana -seré, seré, decía- o en el pasado -he sido o pude ser, pensaba- y el mundo se me iba... Hasta ahora, sí, porque contigo todo esto ha ido cambiando. Hemos aprendido a arriesgar quienes somos día a día sin más comodín que la propia libertad asumida; que hoy elegimos quiénes seremos mañana y, aunque somos conscientes de todo esto, aprendimos también a no engañarnos reconociendo que, a veces, elegimos no ver. Meter las manos en un oscuro panorama, y no saber qué es esto que aferramos, en un puro afán de incertidumbre, de mentira. Porque la verdad duele. De aquí puede que nos viniera, en algún momento, la duda o la falta de confianza, que no faltó. Pero incluso estos momentos de "muerte" nos han hecho más fuertes. Hoy me atengo a lo que dijo mi buen amigo Unamuno: "los que no mueren no viven, no viven los que no mueren a cada instante para resucitar al punto, y los que no dudan no creen".

Puede que inevitablemente sea asi, que quien esté llamado a conocer el amor esté llamado, al mismo tiempo, a conocer cierto sufrimiento. Sin embargo, como bien supo decir Pedro Salinas "...perdóname el dolor alguna vez... Perdóname por ir asi buscándote tan torpemente, dentro de ti. Es que quiero sacar de ti tu mejor tú. Ese que no te viste y que yo veo." Perdóname el dolor, sí, pero no la búsqueda de ti misma. No nuestra lucha mantenida por descubrirnos. Pues, puede que sea hermoso que quien ame acepte todo en el ser amado, incluso sus defectos. Pero me temo que, muchas de las veces, cuando se dice: "te quiero tal como eres", más que generosidad es pereza, renuncia a la lucha y al esfuerzo, resignación, comodidad... Convirtiéndose así la mutua aceptación en mutua conveniencia.

Lo sabemos. Pero hemos fraguado poco a poco, a golpes de luz y sombra, una amistad de limpias complicidades que cura con una mano la herida amorosa que inflige la otra. Hemos alcanzado esa mutua comprensión más allá de las apariencias, y es que aunque en apariencia nada haya cambiado, nosotros, no obstante, sí.

¿Recuerdas cuando nos conocimos?... ¡qué ingenuos éramos!... cuánta luz pensábamos en tanta sombra, y cuánta fuerza. Han pasado los años, qué pronto pasan los años... y la fuerza la hemos terminado encontrando en nuestra propia debilidad y no en otro sitio. Ocurre lo mismo con la soledad. La tememos porque pensamos que es desencuentro de todo y de todos, y termina siendo lo contrario. Hasta tal punto lo creo así que he llegado a la convicción de que si no sabemos querernos es porque no sabemos estar solos. Y aquí estoy, contigo, en medio de esa soledad que profeso. Y como sé del silencio que las cartas provocan, me despido desde éste... o, mejor dicho, lo recorro como el camino más corto para llegar a ti y susurrarte al oído, con ternura, lo que he querido decirte con tanta palabra torpe: "gracias por ser como eres, por ser quien soy cuando estoy contigo."