De mi intimidad



Con cierta frecuencia me escondo
en la sombra del razonamiento,
visto de palabra el silencio
y disfrazo el miedo de elocuencia.
Con cierta frecuencia el ángel
de mi pobreza reza por mí.

Mi alegría a veces engaña
porque araña la seducción.
No soy un ladrón de afectos
ni acepto su mendicidad.
Lamento equivocarme
amar no es amarme...
no siempre es amarme.

Descubro que soy un espejo
de este mundo sutil y complejo
intuyo que todo está dentro de mí
y sumerjo mi mente en silencio
en lo más profundo y sublime
de mi humanidad
donde Dios se hace hombre
y yo soledad.

Soy parte de las estrellas,
los ríos, la tierra y el sol.
Nota, palabra y ternura
entre la cordura y la pasión.
Sin ser un profanador de intimidades,
a veces, me descubro muy dentro del otro...
muy dentro de todo.

Con cierta frecuencia traiciono
el silencio que me germina
cuando intento dar, de algún modo,
palabra precisa al misterio
de hallarme muriendo a la vida:
promesa y camino que Dios hace en el hombre
y el hombre llama destino.
Dios hace en el hombre
y el lo llama destino.