Carta de otoño

(Desde Santiago de Compostela)



Mi querido amigo...

...ya llegaron los fríos a esta tierra de lluvia y piedra, de suelo verde y techo sombrío. Ya mueren las tardes ensangrentadas y el paso se hace más lento al caminar y más ligero en la lectura. Parece como si todo se confabulara para hacernos encontrar con nosotros mismos. Es otro el silencio, otra la mirada perdida que ve llegar al otoño ebrio de soledades.

Llegó el tiempo de los amigos, de tomar un café o cualquier otra cosa que sirva como excusa para encontrarse y compartirse. Es tiempo de hojas caídas, como esta carta.

Brotarán los recuerdos -algunos nuevos, otros añejos- como el musgo en nuestras murallas... las que aún no hemos vencido. Quizás por eso siguen siendo enemigos nuestros el espacio y el tiempo... no lo sé.

Y "cómo pasa el tiempo que de pronto son años"... escucho en una canción de Silvio Rodríguez que tanto me gusta. También hago mías las palabras de Miguel de Unamuno que me vienen a la memoria: "y si no sabemos querernos es porque no sabemos estar solos". Las recuerdo bien porque las encontré hace muy poco en un libro que dormía en una estantería polvorienta, "Soledad" se titula. Creo que por su nombre lo abracé en aquel momento y bebí de sus palabras para saciar no sé qué sed.

Sí, creo que en este tiempo todo se confabula para hacernos encontrar con nosotros mismos...

Sabes, hoy es el viento quien canta y no yo, como suelo hacer. Canta añorando y suspira al entrar por las rendijas de la ventana. Por un momento creí que evocó tu nombre... tu nombre...

Y vienes a mí como la brisa viene a mí, te puedo casi acariciar con mis labios al cantar. Y vienes a mí como un olor cercano a mí, te puedo casi respirar y guardarte en mi pecho.

Desde esta tierra de lluvia y piedra, de suelo verde y techo sombrío donde las tardes mueren ensangrentadas, te recuerdo mi querido amigo.


( Para Javier - Ceuta )