Van pasando los años

A mis padres Luis y Mari Carmen
dos nortes en mi brújula vital
 

 
Van pasando los años
y cada vez hay menos tiempo
para las cosas de siempre
que nos reclaman más empeño
y vamos siendo menos dueños
de la memoria y los recuerdos
que nos reclaman más a menudo,
sin piedad... con ternura.

Y el tiempo ya no se mide
por todo lo que queda por lograr
y la impaciencia se rinde ante la evidencia
de que la tarea no es más
que lograr un espacio para el amor,
para una mirada limpia de gesto amable,
para el silencio elocuente
desde la herida templada
a golpes de compresión y dudas.

Y las vidas de nuestra vida
juguetean a nuestro alrededor
esparciendo esperanzas,
haciendo que todo sea mejor
desde unas manos pequeñas
que no abarcan apenas nada
y lo abrazan todo
sin medir qué o a quién.
Mientras tanto,
el otoño se cuela sin previo aviso
en nuestra morada
y nos susurra que nada se pierde
de cuanto se dio.

Y van pasando los años
y cada vez hay menos tiempo
para las cosas de siempre...

Pero...

¿Dónde fueron los sueños jamás logrados?
¿Dónde la nada de los deseos vanos?
¿Dónde las manos que no hallaban nunca descanso?
¿Y la mirada acostumbrada a detenerse
mas bien poco o nada?
¿Dónde?...

Puede que estén en la raíz,
en ese fondo oscuro
engendrado de silencios
que nos habita irremediablemente.

Allí donde se terminó encontrando
más de lo que se esperaba.

Allí donde el alma rompe
poco a poco como la semilla
aprisionada por su propia tierra
sin fuerzas ya para retener más tiempo
el nuevo germen...

Porque somos eso: ocaso y amanecer.

Continuo morir a la vida. Morir a la vida...

Morir a la vida
sujetando con la voluntad desnuda
lo único que nos pertenece:
lo que hemos vivido.

No hay posesión mayor, ni mejor herencia:
el tiempo compartido.
Ese que nos habita sin pretenderlo
y nos acerca, y nos encuentra,
y nos permite el reencuentro
más allá de la distancia y el tiempo.

La vida se hace entonces sacramento
en cualquier momento inesperado.
Un olor, una imagen, un sonido...
y estamos juntos.
Surge entonces la certeza
de que el amor es eterno
y la vida nos ha ido tallando
a golpes de luz y sombra
para vivirlo...
para entenderlo.