Y al leer supe que tenía patria: Ana Cristina



En cuanto pueda leeré: La vida cuando era nuestra de Marian Izaguierre. Un libro con alma, con humanidad explicita a golpe de letra impresa. Un paseo para no mirar el reloj y perder la mirada en un horizonte literario, traslúcido, donde se puede ver en la sombra de quién lo ha creado a quien lo está recreando. Al menos eso he podido intuir con un par de vistazos. ¿Sólo un par de vistazos?... Vengo del sur, cuando no soy un poquito exagerado soy apasionado. 

De momento me quedo esperando recorriendo otro camino. Pues no dejo de leer caminos, de andar y desandar versos en medio del silencio y la soledad que los libros propician. Silencio que me ayuda a ser más elocuente y soledad que me impulsa hacia los demás con más deseo de encuentro.

Dos momentos del libro me han dejado con suficiente sed:

  “Mi patria… el hueco de un hombro donde apoyo la cabeza”

  “Todos tienen su espacio propio y su espacio en común, es decir un lazo que no aprieta y que se disfruta. ¿Es ese tipo de espacios una de las claves